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CAZADORES FURTIVOS

El furtivismo, caza furtiva, es la caza o la pesca ilegal, en vedado.

Puede ser ilegal debido:

La caza o la pesca no en temporada.
El furtivo no posee una licencia.
El adminículo usado es un arma ilegal para el animal.
El animal o la planta está en un área de restricción.
El derecho a cazar ese animal es reclamado por alguien.

Los medios usados son ilegales (por ej.: trampas; reflectores
para atontar o paralizar venados, liebres; explosivos para matar peces).

El animal o el pez están protegidod por leyes, o han sido listados como especie en vías de extinción o amenazadas (ejemplo Especies amenazadas, Acta de Especies Amenazadas, en inglés en EE. UU.)

El animal o la planta han sido marcados por un investigador Se estima que el tráfico de vida silvestre ilegal es al menos de 10 mil millones de dólares.

Note que solo se puede decir que hay caza furtiva sobre la fauna silvestre. La muerte y aprehendimiento de animales domésticos es hurto o robo ("abigeato"), no caza furtiva. El furtivismo vegetal, o "tala furtiva" también crece. Un ejemplo prominente es la remoción de Ginseng [1] en el Parque Nacional de las Grandes Montañas Humeantes. Se estima que las plantas secas de ginseng robado, se ubica en el "mercado negro" a no menos de $500/450 gramos.

La persecución despiadad de nuestra fauna por distintas técnicas de caza, ha puesto en jaque a numerosas especies y comprometido su subsistencia, especialmente al combinarse con los factores anteriormente mencionados al referirnos a la transformación de los ambientes naturales. Pero si debe elegirse un tipo de caza especialmente perniciosa por los volúmenes que mueve el afán de lucro que la origina, la caza comercial aparece como la más grave. Ya desde los lejanos tiempos de la conquista, muchas especies fueron consideradas un importante recurso peletero o plumífero y desde entonces sometidas a una constante expoliación del recurso.

Los motivos principales de captura comercial de nuestra fauna pueden agruparse en: pelíferos y/o plumíferos, e incluye en tal denominación la obtención de cueros de aplicación en marroquinería; mascotas o animales cautivos con fines canoros, ornamentales o de simple curiosidad y, en menor medida, como recursos proteicos.

Así se desatan en el primer grupo los lobitos de río, el carpincho, los yacarés. En todos los casos existe una cadena de comercialización con eslabones bastante bien definidos que tienen su origen en pobladores de muy escasos recursos que encuentran en la captura de animales silvestres su único medio de subsistencia. Surgen entonces verdaderos personajes folklóricos como el “mariscador” que en los esteros del Iberá y en los chaqueños se dedica a la captura de yacarés y lobitos de río, entre otros.

Todos son eslabones al común denominador de la miseria y están sometidos a los caprichos del mercado que, a veces, no paga nada por un cuero o una piel que demandó un significativo esfuerzo o sacrificio, o bien lo abona por un mínimo de su valor, y los restantes eslabones se quedan con la parte del león.

Además, es este cazador el que necesariamente se expone al control fiscal y termina muchas veces multado o encarcelado por las autoridades de control. Estos controles, por lo general, son escasos e insuficientes, cuando existen y es mucho aún lo que resta hacer en ese sentido.